CENIZA
Se le menciona varias veces en relacion con los restos consumidos de los sacrificios que eran arrojados junto al altar y despues fuera de la ciudad o del campamento durante la peregrinacion por el desierto (Lv. 1:16; 4:12; 6:3-4).
En Jerusalen existia un «valle de los cadaveres y de la ceniza», cuyo nombre se derivaba, seguramente, de que alli eran quemados (Jer. 31:40).
Derramar ceniza sobre la cabeza era una señal de luto, de tristeza o de arrepentimiento (2 S. 13:19; Is. 58:5; 61:3; Jer. 6:26; Lm. 3:16; Ez. 27:30; Jon.
3:6; Jb. 2:8; Mt. 11:21). El dolor se manifiesta tambien con la expresion estar sentado sobre ceniza, y un hombre abatido y humillado por sus enemigos es un hombre de ceniza (Jb. 30:19; 42:6).
La formula «soy de polvo y ceniza» es expresion de exquisita cortesia (Gn. 18:27; Ec. 10:9).
La ceniza suele ir unida al polvo y al fango, indicando siempre una situacion penosa y triste (Jb. 30:19; 42:6).
Reducir a ceniza, como en casi todos los idiomas, significa destruir por completo (Ez. 28:18; 2 P. 2:6).
En medio de todo este cuadro negativo que evoca la palabra «ceniza» hay una metafora que trae un poco de alegria y dice que Dios esparce la escarcha como la ceniza (Sal. 147:16).