Matrimonio
Formalizar y santificar la unión del hombre y la mujer para la procreación de hijos. El término más común en heb. es laqah, tomar en matrimonio. Debe ser considerado junto con el verbo ba’al, ser dueño, gobernar, o poseer en matrimonio tanto como con el sustantivo ba’al, dueño, señor, esposo.
El padre estaba a cargo de encontrar una novia adecuada para su hijo. Los deseos o sentimientos de los jóvenes eran mayormente irrelevantes en la decisión. El matrimonio de Isaac fue arreglado entre el siervo de su padre y el hermano de su futura esposa. A ella le consultaron al final (Gn 24:33-53), (Gn 24:57), aunque a lo mejor sólo porque su padre ya había muerto. En raras ocasiones el consejo de los padres era ignorado, rehusado o no solicitado (Gn 26:34-35), y, en una ocasión muy rara, Mical, la hija de Saúl, expresó su amor por David (1 S 18:30).
El casamiento con un extranjero era generalmente no aconsejado, aunque algunos hebreos tomaban esposas de entre las mujeres capturadas en guerra.
Los padres de Sansón le dieron permiso para casarse con una mujer filistea (Jue 14:2-3). Siempre se expresaba el temor de que el matrimonio con un no israelita debilitaría la fe del pacto debido a la presencia de ideas y prácticas relacionadas con otros dioses (1 R 11:4).
Debido a que matrimonios entre parientes cercanos eran comunes, había límites de consanguinidad que los israelitas debían seguir (Lv 18:6-18).
Antiguamente, un hombre podía casarse con su media hermana del lado de su padre (Gn 20:12) comparar (2 S 13:13), aunque estaba prohibido en (Lv 20:17). Primos, como Isaac con Rebeca y también Jacob con Raquel y Lea, frecuentemente se casaban, aunque un matrimonio simultáneo con dos hermanas estaba específicamente prohibido (Lv 18:18). La unión de tía y sobrino produjo a Moisés (Ex 6:20),( Nm 26:59), aunque un matrimonio entre tales parientes fue prohibido posteriormente por la ley de Moisés.
Jacob, ya casado con las dos hermanas, Raquel y Lea, recibió las siervas de cada una como esposas (Gn 30:3-9), mientras que su hermano Esaú tuvo tres esposas (Gn 26:34),( Gn 28:9),( Gn 36:1-5). De Gedeón se dice que tuvo muchas mujeres (Jue 8:30-31) y Salomón tuvo 700 esposas y 300 concubinas (1 R 11:1-3).
a pesar de estos ejemplos de poligamía, la forma de matrimonios más común y aceptable era la monogamia, la cual recibió la sanción de la ley de Moisés (comparar (Ex 20:17),( Ex 21:5),( Dt 5:21), et al.). La enseñanza de Jesús sobre el matrimonio enfatizaba el hecho de que es un compromiso de por vida y, aunque reconocía que Moisés había reglamentado la práctica del divorcio que ya existía en sus tiempos ante vuestra dureza de corazón (Mr 10:4-5), él enseñó la monogamia hebrea tradicional y agregó que el matrimonio de una persona divorciada mientras que el cónyuge estuviera todavía vivo constituía adulterio (Mr 10:11-12).
El matrimonio levirático ayudó a mantener y a proteger el nombre de familia y la propiedad de la misma. Cuando un hombre moría sin dejar hijo, era la responsabilidad del pariente varón más cercano, generalmente el hermano, de casarse con la viuda. El primer varón que naciera de esta unión sería considerado hijo del muerto y le correspondería por ley su nombre y todos los derechos a su propriedad. Inclusive, si la viuda ya tenía hijos, todavía se esperaba que el pariente varón se casara con ella y la mantuviera.
Antes de casarse, una mujer era miembro de la familia de su padre y, como tal, estaba sujeta a su autoridad. Al casarse, su esposo se convertía en su protector y, cuando éste moría, por medio de su matrimonio levirático ella encontraba su nuevo redentor. Tal como muchas otras tradiciones hebreas, el matrimonio levirático era también conocido por los cananeos, las asirios y los heteos. El matrimonio levirático más conocido en el AT es el de Rut la moabita, quien se casó con Boaz después de que el pariente más cercano rehusó tomar la responsabilidad (Dt 25:5-10),( Rt 4:1-12).
La práctica de desposarse (Dt 28:30),( 2 S 3:14) involucraba cierto estado legal que la hacía casi idéntica al matrimonio. La ley demandaba que un hombre que cometiera adulterio con una virgen desposada con otro debía ser apedreado por violar a la mujer de su prójimo (Dt 22:23-24). Era normal que una pareja estuviera desposada por un año, y este año contaba como parte de la relación matrimonial permanente (Mt 1:18),( Lc 1:27),( Lc 2:5). Durante el primer año de su matrimonio el novio estaba exento del servicio militar (Dt 24:5) para que el matrimonio fuera establecido sobre una base sólida. El padre de la novia se refería a su yerno como tal desde el momento que la pareja se desposaba (Gn 19:14), una costumbre que fortalecía el concepto de la solidaridad de la familia. En el período antes del cristianismo, el divorcio era una opción siempre disponible al esposo y a veces también a la esposa.
Después del regreso de la cautividad, se demandó el divorcio al por mayor de todos los hebreos que se habían casado con mujeres extranjeras para evitar la influencia de la idolatría en el pueblo de Dios. Sin embargo, bajo circunstancias normales, en la tradición judía había una tendencia a disuadir a los israelitas de divorciarse. Siguiendo la costumbre egipcia, se exigía una multa pesada de dinero de divorcio como fuerza disuasiva. El estado de la esposa no era muy elevado, sin embargo; un certificado de divorcio podía tomar la forma de un rechazo muy simple del esposo con una expresión tal como: Ella ya no es mi mujer, ni yo soy su marido (Hos 2:2). En el primer período cristiano, el divorcio podía ser considerado solamente cuando existía un matrimonio mixto entre un creyente y un pagano y, hasta en este caso, no se le permitía al creyente casarse de nuevo mientras que el cónyuge estuviera vivo. La iglesia primitiva fue criticada por ser demasiado indulgente cuando empezó a dejar que las viudas se casaran de nuevo.