Marcos 5:22–24, 35–43
22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y cuando le vio, se postró a sus pies
23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está al borde de la muerte; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y viva.
24 Y fue con él, y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
35 Y mientras él aún hablaba, vinieron de la casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas más al Maestro?
36 Pero Jesús, oyendo lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.
37 Y no permitió que nadie fuese con él sino Pedro, y Jacobo y Juan, hermano de Jacobo.
38 Y vino a la casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y gemían mucho.
39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme.
40 Y hacían burla de él; mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la muchacha.
41 Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: Talita cumi; que interpretado es: Muchacha, a ti te digo, levántate.
42 Y al instante la muchacha se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron con gran espanto.
43 Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer a la muchacha.
Ver Marcos 5