El décimo mandamiento se enfoca en la actitud de nuestro corazón y lo que está sucediendo en lo profundo de nosotros. El deseo es anhelar algo que pertenece a otra persona. Al preguntar, mostramos insatisfacción con lo que Dios nos ha dado en la vida. En lugar de agradecerle por sus bendiciones y bondad, nos comparamos con los demás y criticamos lo que Dios nos ha dado. ¡Muy triste!
Vemos que este mandamiento une a los otros nueve: la insatisfacción con lo que Dios me ha dado me hace desear tener lo que es del prójimo. Por lo tanto, debemos esforzarnos por llenar nuestro corazón de gratitud y satisfacción por todo lo que Dios nos ha dado. Al enfocarnos en Su bondad y Su amor, en la salvación que Él nos ha dado, no habrá lugar en nuestro corazón para el descontento.
Puede parecer difícil guardar los Diez Mandamientos todo el tiempo. Sin embargo, no depende de nuestro esfuerzo sino de cuán satisfechos estemos con el amor de Dios y el Espíritu Santo. Cuanto más nos llenamos de él, más queremos complacerlo y obedecerlo. Pasa tiempo con Dios todos los días, coloca tus cargas y batallas ante Él y Él te dará la fuerza para permanecer fiel y glorificarlo en todo lo que haces, sientes y piensas.