El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad. Es una naturaleza espiritual, sin carne ni huesos. A menudo se le llama el Espíritu, el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, el Espíritu del Señor o el Consolador.
El Espíritu Santo obra en perfecta comunión con el Padre Celestial y Jesucristo, realizando diversas tareas para ayudarnos a vivir rectamente y recibir las bendiciones del Evangelio.
Él «testimonia del Padre y del Hijo» y revela y enseña «la verdad de todas las cosas». Solo mediante el poder del Espíritu Santo podemos tener un testimonio seguro del Padre Celestial y de Jesucristo. Su comunicación con nuestro espíritu es mucho más precisa que cualquier comunicación que podamos recibir a través de nuestros sentidos naturales.
Mientras buscamos seguir el camino que conduce a la vida eterna, el Espíritu Santo guía nuestras decisiones y nos protege de los peligros físicos y espirituales.
Mateo 3:11
Juan 15:26; 16:13