Es una patología que ha perjudicado a la raza humana a lo largo de milenios y, no obstante, aunque mucha gente se sorprenda de eso, sigue estando presente.
Según las últimas cifras de la OMS (OMS) en 2019, se detectaron un total de 202.185 nuevos casos de lepra o patología de Hansen en 120 territorios de todo el mundo.
Sin embargo debido al monumental estigma que históricamente la ha en compañía, podría haber varios más y que no fueron diagnosticados ni tratados.
¿Por qué fue tan difícil eliminar, o inclusive borrar, esta infección milenaria?
«La lepra es una patología crónica que en sus primeras fases es más bien silenciosa y que no es simple de identificar ni diagnosticar», le dice a BBC Mundo el médico Santiago Nicholls, consejero regional del Departamento de Patologías infecciosas Desatendidas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
«Y es complicado estimar, sin embargo debería haber muchas más personas que permanecen sin diagnosticar en el planeta», añade.
«Maldición bíblica»
La lepra es causada por el bacilo Mycobacterium leprae, que se transmite por microgotas de la nariz y boca de individuos contagiadas.
La infección perjudica primordialmente los nervios periféricos y la dermis, y el paciente puede llegar a tener complicaciones graves como desfiguración, deformidades y discapacidad, así sea por mal neurológico o ceguera.
El diagnóstico temprano y el procedimiento conveniente y conveniente son 2 pilares primordiales para controlar la patología.
Empero la lepra todavía es una patología mal entendida por la sociedad, subrayan los profesionales.
En piezas de todo el mundo se sigue temiendo a los enfermos de lepra y persisten las viejas percepciones sobre el trastorno como una «maldición bíblica».
«Hay mucho desconocimiento y mucho prejuicio», apunta el médico Nicholls.
«Ya que tiene asociado aquel estigma que procede de épocas bíblicas y de la era en la que se internaba a los pacientes en los célebres leprosarios para aislarlos de la sociedad, por la iniciativa, que ya está plenamente reevaluada, de que eran un riesgo para la sociedad y los podían infectar», añade.