JUSTIFICACION
Acto por el cual el Dios tres veces santo declara que el pecador que cree viene a ser justo y aceptable ante el, por cuanto Cristo ha llevado su pecado en la cruz, habiendo sido «hecho justicia» en su favor (1 Co. 1:30). La justificacion es gratuita, esto es, totalmente inmerecida (Ro. 3:24); sin embargo, se efectua sobre una base de total justicia, por cuanto Dios no simplemente pasa el borrador sobre nuestros pecados con menosprecio de su santa Ley. Las demandas de su santidad han quedado plenamente satisfechas en Jesucristo que, no habiendola jamas quebrantado, sino siendo el mismo totalmente santo y justo, llevo en nuestro lugar toda la ira por la Ley quebrantada y por toda la iniquidad del hombre. En el tiempo de «su paciencia» (el AT), Dios podia parecer injusto al no castigar a hombres como David, p. ej.; ahora, al haber mantenido en la cruz su justicia y amor, puede justificar libremente al impio (Ro. 3:25-26;
4:5). Jesus nos justifica por su sangre (Ro. 5:9) y por su pura gracia (Tit. 3:7). Asi, la justificacion se recibe por la fe, y nunca en base a las obras (Ro. 3:26-30; 4:5; 5:1; 11:6; Ga. 2:16; Ef. 2:8-10).
Se trata de un acto soberano de Aquel que, en Cristo, nos ha llamado, justificado y glorificado:
«¿Quien acusara a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica» (Ro. 8:30-34). El pecador acusado por la Ley (Ga. 3:10-14), por Satanas (Zac. 3:1-5; Ap. 12:10-11) y por su conciencia (1 Jn. 3:20), no queda solamente librado del castigo por el Juez Soberano: es declarado justo, y hecho mas blanco que la nieve (Is. 1:18). Para el ya no hay condenacion (Ro. 8:1), por cuanto Dios lo ve en Cristo, revestido de la justicia perfecta de su divino hijo (2 Co. 5:21).
El punto mas controvertido en el curso de los siglos con respecto a esta maravillosa doctrina es el siguiente: ¿Es la fe realmente la unica condicion de la justificacion, o no son necesarias las buenas obras junto con la fe para llegar a ella? Se encuentran acerca de este tema las opiniones mas extremas. Ya entre los primeros cristianos los habia que pensaban que se podian contentar con una adhesion solo intelectual a la doctrina evangelica, sin consecuencias practicas en cuanto a su vida moral y servicio. Pablo tuvo que refutar constantemente este grave error (Ro. 16:1). Los capitulos 12 a 16 de Romanos completan su magistral exposicion de la salvacion por la fe insistiendo en la realidad de las obras que son el fruto necesario de la justificacion (cfr. Ga. 5:16- 25; Tit. 2:14; 3:1, 5, 8, 14, etc.). En cuanto a Santiago, dice exactamente lo mismo al afirmar que «la fe sin obras es muerta». La fe que justifico a Abraham era viva, por cuanto produjo obras; fue por ello que la fe «se perfecciono por las obras» (Ro. 2:17-26). Se puede resumir de la siguiente manera la argumentacion de los dos autores inspirados: el pecador es justificado gratuitamente por la sola fe, antes de haber podido llevar a cabo obra alguna de ningun tipo (Pablo); desde el momento en que recibe la gracia de Dios, su fe produce obras que constituyen la demostracion de la realidad de su justificacion (Santiago). Si su fe permaneciera sin obras, ello demostraria que la pretension de tener tal fe era vacia: «si alguno «dice» que tiene fe…» (Stg. 2:14). Un arbol silvestre tiene que ser injertado a fin de que produzca buenos frutos; el creyente recibe una nueva naturaleza precisamente con el objeto de que pueda dar buenos frutos, y no porque poco a poco haya ido produciendo frutos satisfactorios. Pero si no produce buenos frutos, es que no hay naturaleza capaz de producirlos. No hay fe, se trata de una fe muerta.
Es muy comun el error de confundir la justificacion con la santificacion. Se aduce que no es posible aceptar que uno esta justificado cuando siguen patentes las imperfecciones e incluso caidas en la vida espiritual. El hecho es que la justificacion nos es dada desde el mismo momento en que creemos, desde el mismo momento de nuestro nuevo nacimiento. Dios, en su gracia y por causa de la cruz, borra nuestros pecados y nos regenera. Desde aquel momento empieza el crecimiento del recien nacido en Cristo. Cada dia se daran progresos a conseguir, victorias a ganar; el cristiano se halla en la escuela de Dios, donde dia a dia sera corregido por las faltas cometidas, a fin de llegar a ser participe de la santidad de Dios gracias a la plenitud y poder del Espiritu Santo (1 Jn. 1:6-2:2). (Vease SANTIFICACIoN.)
En el curso de la Edad Media, en las iglesias Romana y Ortodoxa Griega, la doctrina de la justificacion por la fe quedo oscurecida por una falsa concepcion del papel de las buenas obras. La cruz de Cristo no era ya considerada como suficiente para satisfacer toda nuestra deuda: el hombre debia al menos satisfacer una parte por sus obras meritorias, sus peregrinaciones, por los ritos de la iglesia, y sus propios sufrimientos en el purgatorio. Fue al volver a descubrir las luminosas enseñanzas de Pablo, particularmente en las epistolas a los Romanos y a los Galatas, que los Reformadores devolvieron a los creyentes la certidumbre de la salvacion (vease SALVACIoN) y les señalaron la libertad gloriosa de los hijos de Dios. (Veanse tambien GaLATAS y SANTIAGO [EPiSTOLAS DE].).