ESTRADO
Tarima sobre la que reposaban los pies de un personaje sentado, por ejemplo, en un trono (cp. el trono de Salomon, 2 Cr. 9:18).
Simbolicamente, el arca del pacto se considera como el estrado de Jehova, «sentado sobre los querubines» (1 Cr. 28:2; Sal. 99:1, 5; 132:7-8); la tierra es asimismo el estrado de los pies de Aquel que tiene el cielo como Su trono (Is. 66:1; Mt. 5:34-35).
Los enemigos de Cristo vendran un dia a ser estrado de sus pies (Sal. 110:1; Hch. 2:35; 1 Co. 15:25).
Este signo de victoria recuerda el de los conquistadores de la antigüedad que ponian el pie sobre el cuello de sus adversarios vencidos (Jos. 10:24; Sal. 66:12; Is. 51:23).
ESTRELLA
Ya de antiguo se interesaron los hombres en las estrellas y en las constelaciones (Gn. 22:17). Observaban Orion, las Pleyades, la Osa Mayor, los signos del Zodiaco (Jb. 9:9; 38:31-32; 2 R.
23:5).
Se dieron nombre a ciertos planetas: Saturno, Venus (vease ZODiACO). Jud. 13 hace posiblemente alusion a meteoros o a cometas.
La posicion de ciertos astros permitia fijar las fechas (Ant. 13:8, 2). Los egipcios dividian el año en 36 periodos de 10 dias, comenzando cada uno con la aparicion de una de las 36 constelaciones sucesivas (vease TIEMPO).
Los israelitas consideraban a las estrellas como dependientes de Dios, el Creador de ellas (Gn. 1:16; Sal. 8:4; Is. 13:10; Jer. 31:35).
Los paganos y los israelitas apostatas instituyeron un culto a las estrellas (Dt. 4:19; 2 R. 17:16); les erigieron altares, y quemaron perfumes en honor de los astros (2 R. 21:5; 23:5). Creian que las estrellas influenciaban no solamente a la naturaleza (cp. Jb. 38:31), sino tambien las empresas humanas. Se imaginaban tambien que indicaban el futuro. Los modernos adictos a los horoscopos conservan la misma supersticion pagana. (Vease ASTROLOGiA.)
En un sentido simbolico, una estrella representa frecuentemente a una gran personalidad:
La estrella que sale de Jacob designa al Mesias (Nm. 24:17);
los doce patriarcas son simbolizados por estrellas (Gn. 37:9);
las estrellas son la imagen de los principes y caudillos particularmente importantes (Dn. 8:10; Ap. 1:20).
Jesucristo recibe el nombre de estrella de la mañana (Ap. 2:28; 22:16; cp. 2 P. 1:9), dandose a conocer a los creyentes de la Iglesia en este caracter celestial. Aparecera como sol de justicia en relacion con su pueblo terrenal y con los juicios que han de cerrar esta era de la gracia (Mal. 4:2), en su segunda venida (vease VENIDA [SEGUNDA]).