MEHUNIM
Institucion divina, establecida desde la creacion. Mediante el matrimonio, Dios impide que la humanidad venga a ser una confusa multitud de individuos dispersos; queda asi organizada sobre la base de la familia, de la que la celula es la pareja, unida segun su voluntad.
(a) El proposito del matrimonio, segun la Biblia, es cuadruple:
(A) la continuacion de la raza humana (Gn. 1:27- 28);
(B) la necesaria colaboracion. El hombre es esencialmente un ser social. Dios dijo: «No es bueno que el hombre este solo; le hare ayuda idonea para el» (Gn. 2:18);
(C) la unidad de los conyuges: la mujer ha sido tomada del hombre (de la misma manera que el hombre existe por la mujer, 1 Co. 11:12); abandonando padre y madre para fundar un nuevo hogar, los dos vienen a ser una sola carne (Gn. 2:21-24);
(D) la santificacion de ambos mediante la preservacion de lo que es para ellos el lazo conyugal (1 Co. 7:2-9). El Señor quiere que el matrimonio sea honrado por todos y santo (He. 13:4). Trata de apostatas a aquellos que, predicando el ascetismo, se permiten prohibirlo (1 Ti. 4:1-3).
(b) El celibato.
Si el matrimonio se halla en el orden de la creacion, ¿que sucede con aquellos que
permanecen solteros? Algunos entre ellos lo hacen voluntariamente, «por causa del reino de los cielos» (Mt. 19:12), como Pablo (1 Co. 9:5, 15). En efecto, el celibe se halla menos implicado en los asuntos de la vida y menos limitado por el deseo de complacer a su conyuge; puede asi consagrarse a un servicio determinado para el Señor sin distracciones de ningun tipo (1 Co. 7:32- 35). Ello no significa que el celibato sea puesto a un nivel mas elevado en la escala de la santidad que el matrimonio. Cada uno tiene que discernir el llamamiento particular y el don personal que haya recibido del Señor (1 Co. 7:7). El cap. 7 de 1 Corintios es el unico pasaje dedicado al celibato; se comprende que Pablo, al justificarlo plenamente, dice: «El que la da en casamiento hace bien, y el que no la da en casamiento hace mejor» (1 Co. 7:38); el desearia, desde su punto de vista, que todos los hombres fueran como el y que se ahorraran muchos dolores (1 Co. 7:7, 26-31); pero afirma que no hay mal alguno en el matrimonio, sino todo lo contrario (1 Co. 7:27, 28, 36, 39). Cada uno debe buscar la voluntad de Dios de manera individual (1 Co. 7:7-9). Si alguien se siente llamado al celibato, es que el Señor se lo ha dado como don; su solteria podra quedar ricamente compensada, como en el caso de Pablo, con una gran familia espiritual (1 Co. 4:14-15). Si alguien se siente llamado al matrimonio, sera en este estado que glorificara verdaderamente a Dios.
(c) Monogamia:
La monogamia es el ideal prescrito por las Escrituras (Gn. 2:18-24; Mt. 19:5; 1 Co. 6:16). Solo ella permite la unidad total de los dos conyuges, en tanto que la poligamia la hace imposible. El Creador confirma este hecho al hacer nacer un numero aproximadamente igual de varones que de hembras. el quiere tambien que el matrimonio sea una relacion permanente (Mt. 19:6). Normalmente, el afecto entre marido y mujer se va desarrollando con el paso de los años. La moral reprueba la rotura del contrato. A causa de las obligaciones que les incumben, los esposos deben disciplinarse y criar a sus hijos enseñandoles a predicar el bien. El matrimonio es indisoluble antes de la muerte, excepto en caso de adulterio (Ro. 7:2, 3; Mt. 19:3-9). Pablo constata que hay rupturas arbitrarias, asimilables a una desercion (1 Co. 7:15). Los casos a los que hace alusion el apostol iban probablemente acompañados de infidelidad conyugal. Esta prohibido el nuevo matrimonio de personas divorciadas ilegitimamente (Mt. 5:32; 19:9; 1 Co. 7:10, 11). La sentencia de un tribunal civil no
anula el matrimonio delante de Dios; declara si la ruptura ha sido causada por el pecado de uno de los conyuges o por ambos. Parece que Adan, Cain, Noe y sus tres hijos fueron monogamos.
(d) Poligamia:
La poligamia aparecio con Lamec (Gn. 4:19), y asi quedo manchada la pureza de los matrimonios, al dejarse los hombres ser dominados por impulsos carnales en la eleccion de sus compañeras (Gn. 6:1-2). Cuando Abraham tomo para si una segunda mujer para conseguir el cumplimiento de la promesa, actuo insensatamente (Gn. 16:4). Isaac tuvo una sola esposa, pero Jacob fue poligamo, en parte debido al engaño de Laban (Gn. 29). Moises reprimio los abusos, pero no los abolio de golpe. Los israelitas estaban poco crecidos espiritualmente, y encadenados a los usos y costumbres de la epoca, que no se correspondian en absoluto con la voluntad de Dios. El gran legislador rindio un gran servicio a la causa del matrimonio, prohibiendo las uniones entre consanguineos y parientes politicos (Lv. 18); desalento la poligamia (Lv. 18:18; Dt. 17:17); aseguro los derechos de las esposas de condicion inferior (ex. 21:2-11; Dt. 21:10-17); reglamento el divorcio (Dt. 22:19, 29; 24:1); exigio el respeto al vinculo matrimonial (ex. 20:14, 17; Lv. 20:10; Dt. 22:22). Despues de
Moises, hubo aun los que se dieron a la poligamia: Gedeon, Elcana, Saul, David, Salomon, Roboam, y otros (Jue. 8:30; 1 S. 1:2; 2 S. 5:13; 12:8; 21:8; 1
R. 11:3). Sin embargo, la Escritura expone los males inherentes a la poligamia, las miseras rivalidades que se daban entre las esposas de Abraham, de Jacob, de Elcana (Gn. 16:6; 30; 1 S. 1:6); en cambio, se destaca la belleza de las familias felices (Sal. 128:3; Pr. 5:18; 31:10-29; Ec. 9:9; cfr. Eclo. 26:1-27). Abraham se caso con una medio hermana suya; Jacob tuvo dos esposas que eran hermanas entre si (Gn. 20:12; 29:26). En Egipto, no era raro casarse con una hermana de padre y madre; los persas lo permitian (Herodoto 3:31). Los atenienses podian casarse con una medio hermana del mismo padre, en tanto que los espartanos podian casarse con sus medio hermanas nacidas de la misma madre. La Ley de Moises prohibio estas uniones e incluso los matrimonios con parientes mas alejados (Lv. 18:6- 18). El estatuto matrimonial de los romanos se parecia al de los israelitas; denunciaba como incesto la union de parientes proximos (por ejemplo, entre hermano y hermana) o entre parientes politicos (como suegro y nuera). Todos los textos del NT hablan formalmente en contra de
la poligamia. Hablando a los judios acerca del divorcio, Cristo afirmo que Moises lo habia permitido por la dureza de sus corazones y que, excepto en caso de infidelidad, un nuevo matrimonio era un adulterio (Mt. 19:8-9). Se puede llegar a la conclusion de que la poligamia habia sido permitida en la epoca del AT por la misma razon, aunque con las restricciones señaladas; sin embargo, queda claro que no tiene lugar alguno en el Evangelio.
El caso especial de los poligamos convertidos al Evangelio se trataba con la aceptacion de la situacion familiar de hecho; sin embargo, el poligamo quedaba excluido de la posibilidad de ejercer cargo alguno de responsabilidad en la iglesia (cfr. 1 Ti. 3:2, 12; Tit. 1:6).
(e) Concubinato:
El concubinato era una forma mas baja de poligamia. La concubina era una mujer de rango inferior, quiza una esclava o una prisionera de guerra (Gn. 16:3; 22:24; 36:12; Dt. 21:10-11; Jue.
5:30; 2 S. 5:13; etc.). Agar, p. ej. no tenia la posicion social de Sara (Ga. 4:22, 23), y los hijos de las concubinas, aunque plenamente reconocidos, no tenian el mismo derecho a la herencia que los hijos de la esposa principal (Ga. 4:30; Gn. 25:6).
(f) Levirato.
El levirato (lat. «lege vir», «hermano del marido»). La Ley de Moises prescribia que la viuda del hermano muerto sin hijos tenia que ser tomada como esposa por el hermano sobreviviente. El primogenito de los hijos de esta nueva union debia heredar los bienes y el nombre del fallecido (Dt. 25:5-6). El interesado se podia librar de esta obligacion, pero en tal caso debia soportar una reprension publica (Dt. 25:7-10); el deber de casarse podia entonces transmitirse a un pariente mas alejado (cfr. Rt. 4:1-10). Con ello se buscaba mantener la integridad de la familia, e impedir la extincion de la raza y del nombre de un hombre muerto prematuramente o privado de descendencia.
(g) Casamientos posteriores.
Una vez que el vinculo matrimonial queda roto con la muerte, el conyuge superviviente queda libre para casarse con quien quiera, siempre que ello sea «en el Señor» (1 Co. 7:39); ello significa que se debe contraer matrimonio con una persona verdaderamente creyente, y buscando los dos glorificar a Dios y servir al Señor con sus vidas. La declaracion de Pablo acerca de los obispos y
diaconos, que «sea[n]… maridos de una sola mujer» (1 Ti. 3.1, 12), ha sido interpretada diversamente. La Iglesia Ortodoxa griega, que permite el casamiento de los grados bajos de su clero, prohibe que puedan contraer segundas nupcias. De ahi el proverbio en Grecia: «Mimada como la esposa de un pope.» Sin embargo, lo que parece ser el caso en estos textos de Pablo es impedir el acceso a cargos de autoridad o responsabilidad a los que vivieran en situaciones de poligamia o concubinato, en un momento en que las presiones del paganismo ambiental propiciaban estas formas de vida. Si es cierto que para que las viudas pudieran tener un papel en la Iglesia primitiva era necesario que «haya sido esposa de un solo marido» (1 Ti. 5:9). Habiendo pertenecido a dos familias, seria en este contexto que tendria que dar sus servicios. Sin embargo, los diaconos y obispos tenian que ser maridos de una sola mujer al empezar a ejercer sus funciones (veanse ANCIANO, DIaCONO, OBISPO).
(h) Prohibicion de ciertos matrimonios.
Ademas de las disposiciones que tratan del incesto (Lv. 18), la ley prohibia formalmente a los israelitas que se unieran con personas paganas, que los arrastrarian a la idolatria y a la inmoralidad (ex. 34:15-16; Dt. 7:3-4). Y es, efectivamente, lo que sucedio cada vez que desobedecieron (Jue. 3:6; 1 R. 11:1-2; Esd. 9:1-2; 10:2-3). En el NT, el texto de 2 Co. 6:14-7:1 se aplica tambien al matrimonio. Un hijo de Dios, renacido de el, no puede casarse con una persona inconversa. Muchos han sido los casos en que jovenes bien dispuestos, habiendo profesado fe en Jesucristo, se han visto totalmente apartados de la fe por un conyuge no creyente. Y si han permanecido personalmente fieles, han tenido que pasar por multiples sufrimientos personales, y han tenido que ver las desagradables consecuencias que todo ello ha tenido para sus hijos. La unica seguridad y dicha esta en casarse «en el Señor» (1 Co. 7:39).
(i) Eleccion de la esposa y desposorios.
En Israel eran los padres (sobre todo el padre) los que elegian a la esposa del joven (Gn. 21:21; 24: 38:6); en ocasiones el hijo manifestaba sus preferencias, pero el padre era el que se encargaba de formalizar el asunto (Gn. 34:4, 8; Jue. 14:1-10). El joven no podia ocuparse de ello directamente mas que en circunstancias excepcionales (Gn. 29:18). No siempre se consultaba a la joven; la voluntad de su padre y de su hermano mayor decidian el asunto (Gn. 24:51, 57-58; 34:11). En
ocasiones un pariente mas alejado buscaba un marido para la hija, o la ofrecia a un buen partido (ex. 2:21; Jos. 15:17; Rt. 3:1, 2; 1 S. 18:27). Se
daban regalos a la parentela de la futura esposa, y en ocasiones a ella misma (Gn. 24:22, 53; 29:18,
27; 34:12; 1 S. 18:25). Otro joven, llamado el amigo del esposo (Jn. 3:29), servia de intermediario entre las dos partes interesadas, pero no tenia, excepto en esto, contacto alguno antes de las bodas. Se trataba, como se ve, de un compromiso mas preciso y formal que nuestros compromisos modernos, y que ya tenia ciertas consecuencias legales. Si la prometida se dejaba seducir, era castigada con la muerte por adulterio, y su complice tambien, «porque humillo a la mujer de su projimo» (Dt. 22:23-24). Los soldados quedaban dispensados de luchar si los esperaba una prometida en casa (Dt. 20:7), de la misma manera que el recien casado quedaba dispensado por un año del servicio militar (Dt. 24:5). Esto explica que en Mt. 1:18-25 se empleen simultaneamente los terminos de desposados y de marido y mujer acerca de Maria y Jose antes de la consumacion de su matrimonio.
(j) Celebracion de las bodas.
Tenia lugar sin ceremonia religiosa, con la posible excepcion de la ratificacion por juramento (Pr. 2:17; ex. 16:8; Mal. 2:14). Despues del exilio se concertaba y sellaba un contrato (Tob. 7:14). Antes de la boda, la novia se bañaba (cfr. Jud. 10:3; Ef. 5:26, 27), se revestia de ropas blancas, adornadas frecuentemente con preciosos bordados (Ap. 19:8; Sal. 45:13, 14), se cubria de joyas (Is. 61:10; Ap. 21:2), se ceñia la cintura con un cinturon nupcial (Is. 3:24; 49:18; Jer. 2:32), y se velaba (Gn. 24:65). El novio, ataviado tambien con sus mejores ropajes, y con una corona en su cabeza (Cnt. 3:11; Is. 61:10), salia de su casa con sus amigos (Jue. 14:11; Mt. 9:15), dirigiendose, al son de la musica y de canciones, a la casa de los padres de la novia. Si se trataba de un cortejo nocturno, habia portadores de lamparas (1 Mac. 9; 39; Mt. 25:7; cfr. Gn. 31:27; Jer. 7:34). Los padres de la desposada la confiaban, velada, al joven, con sus bendiciones. Los amigos daban sus parabienes (Gn. 24:60; Rt. 4:11; Tob. 7:13). El casado invitaba a todos a su casa, o a la casa de su padre, en medio de canticos, de musica y de danzas (Sal. 45:15, 16; Cnt. 3:6-11; 1 Mac. 9:37). Los
acompañaban jovenes (Mt. 25:6). Se servia un banquete en la casa del esposo o de sus padres (Mt. 22:1-10; Jn. 2:1, 9) o en casa de la joven, si el marido vivia lejos (Mt. 25:1). el mismo o los padres de la novia hacian los agasajos (Gn. 29:22;
Jue. 14:10; Tob. 8:19). La novia aparecia por vez primera al lado del esposo (Jn. 3:29). Al caer la noche, los padres acompañaban a su hija hasta la camara nupcial (Gn. 29:23; Jue. 15:1; Tob. 7:16, 17). El esposo acudia acompañado de sus amigos o de los padres de su mujer (Tob. 8:1). Las fiestas se reanudaban al dia siguiente, y duraban una o dos semanas (Gn. 29:27; Jue. 14:12; Tob. 8:19,
20).
(k) Sentido espiritual:
El matrimonio, y los desposorios, simbolizan con frecuencia las relaciones espirituales de Jehova con su pueblo (Is. 62:4, 5; Os. 2:18). La apostasia del pueblo de Dios, debido a la idolatria y a otras formas de pecado, se compara con el adulterio de una esposa (Is. 1:21; Jer. 3:1-20; Ez. 16:24; Os. 2), que lleva al divorcio (Sal. 73:27; Jer. 2:20; Os. 4:12). El NT emplea la misma imagen: Cristo es el esposo (Mt. 9:15; Jn. 3:29), la Iglesia, la esposa (2 Co. 11:2; Ap. 19:7; 21:2, 9; 22:17). Cristo, cabeza de la Iglesia, la ama y se cuida de su santificacion. Alli se halla el modelo que se presenta para el matrimonio cristiano (Ef. 5:23-32).